Los robots multiplican su autonomía gracias a unas baterías
que replican la grasa animal
Las nuevas baterías de zinc son adaptables y modulares, de
forma similar a las reservas de energía de los animales, y se distribuyen por
toda la estructura del robot.
Por mala prensa que tenga, la grasa corporal cumple una
importante función evolutiva: acumular reservas de energía para momentos de
escasez y amortiguar posibles golpes. A diferencia de los robots, los seres
humanos y otros animales no almacenan su energía en un compartimento
específico, sino que la distribuyen por diversas zonas del cuerpo. De lo
contrario, tendríamos que llevar a cuestas un saco de grasa, lo que sería muy
ineficiente ala hora de transformarla en energía. Y quizá un poco antiestético.
En cambio, las máquinas deben incorporar una carga
específica dedicada, lo que aumenta el peso y el tamaño de la estructura,
llegando a ocupar la quinta parte de su espacio. Sin embargo, un innovador proyecto
tecnológico podría cambiar eso sustancialmente.
En la Universidad de Michigan han desarrollado unas baterías
que han bautizado como “biomórficas” y que imitan la grasa corporal de los
animales. Esta tecnología, basada en el zinc en lugar del litio, es más eficiente,
ya que cumple una doble función: como estructura protectora o caparazón y como
almacén de energía.
En los experimentos que han llevado a cabo, las nuevas
baterías estructurales han generado hasta 72 veces más energía que una batería
de litio convencional. En términos técnicos, las nuevas baterías funcionan
transmitiendo iones de hidróxido desde un electrodo de zinc a través de una red
de nanofibras de aramida, que son las que se utilizan en la fabricación del
Kevlar, y un gel de polímeros con base de agua. En este caso, el gel se encarga
de conducir los iones de un electrodo a otro.
Fuente: https://www.imnovation-hub.com
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